viernes, 2 de octubre de 2009

La Maliciosa Nocturna

Desnivel: 850m
Duración: 3.5h +-1h
Nivel físico: medio
Nivel técnico: medio. Sin ser escalada, en los canchales se hace uso de las manos para progresar (muy cortos). Por la noche se requiere buena orientación.
Agua: En la fuente de la Campanilla. Hay cursos de agua en superficie, no recomendables por la abundancia de fauna.

Salimos a las 19:50 de la Barranca con la intención de hacer cima antes del anochecer en la Maliciosa. La idea era subir por su cara Sur, ver el anochecer, cenar y bajar por el col. del Piornal y la Fuente de la Campanilla para ir a dormir a casita, y fue toda una novedad en una actividad muy conocida.
Salir con retraso y equivocarnos con la hora a la que el sol se pone, haciéndosenos de noche antes de las zonas “raras”, son solo anécdotas comparadas con nuestra autentica aventura, la psicológica.

Maliciosa mapa, en celeste la actividad en sentido antihorario
Maliciosa Sur y bajada por el Piornal

[Los diálogos son intencionadamente confusos y dramatizados, sin identificar quien dice qué. En algunas ocasiones están un poco exagerados]

Que el X-feraa es un tío simpático, dentro de su sobrio estoicismo, lo sabíamos o lo sospechábamos todos. Que tras su amigable semblante y cercano trato se esconde frialdad y autocontrol ni lo dudábamos. Pero nadie podría sospechar a lo que me iba a someter, nadie hasta que me vi inmerso y sin vuelta atrás.
Está anocheciendo y todavía estamos lejos. En la distancia nos había parecido un “repechín”, pero llegar al Peñotillo nos está costando mucho más de lo estimado. Hace diez minutos que gateábamos de piedra en piedra subiendo el canchal de la Maliciosa que da acceso a las cómodas repisas bajo los riscos de la cara Sur. Se vislumbran las formas, pero ya estamos en ese momento en el que las linternas frontales crean una acogedora esfera de confort y seguridad cuyo contorno define el haz de luz al giro de nuestra cabeza. Fría, la luz de los LEDs nos permite volver a ver de una forma plana la piedra sobre la que ponemos el pie, nos muestra el hueco sobre el que saltar, el hito que seguir. En silencio reflexiono. Quizás me equivoqué. Quizás el anochecer es media hora antes de lo que había calculado. Quizás no ha sido una buena idea. Quizás nos estamos metiendo en un lío. Quizás no, seguro. Es que es de noche, quizás!!!.
La idea no era mala. Todo consistía en buscar un pico con carácter, con sabor. Con buenas vistas sobre el valle. Un pico al que subir por la tarde, sin calor, para ir a ver como se pone el sol y a cenar, y bajar por un camino conocido. Y estar con los amigos. Y hacer y disfrutar un poco de montaña. El elegido fue la Maliciosa, para ser subida por su alpina cara Sur. Un pico que se encuadra en ese selecto grupo de los picos cuyo bautismo pone de manifiesto, incluso sin recorrer la cercana Garganta del Infierno, su personalidad. Pico familiar de otros más conocidos como pueden ser la Maladeta, el Maldito o el Maudit. Sus más de 800 metros de desnivel, tanto en verano como en invierno, dan una de las ascensiones más bonitas de la sierra de Guadarrama, juntando bosques, ríos, estanques, piornos, canchales, roca, pedreras, etc. en una sola ruta y en ese orden. Tampoco es raro sentir la presencia de un ciervo, cabras, zorros, etc. que nos contemplan entre las jaras, o escapan entre los riscos.
Vamos, que tiene un poco de todo. Es uno de esos tesoritos que esconde la sierra madrileña.
Con todo eso en mente, habíamos partido del aparcamiento de la Barranca ya con cierto retraso, a eso de las 19:40. Como no podía ser de otra forma, tras cruzar el estanque y en mitad del bosque, unas “oportunas” llamadas a los móviles nos aportaron el retraso que nos faltaba. Vil invento, aunque: “qué seguridad da”.
A buen ritmo seguimos los senderos que nos llevaron a la cuerda de los Almorchones, cuyos roquedos enmarcaban majestuosamente las vistas sobre el valle. Más preocupados por la evolución de un núcleo de tormentas visible al Sur, no prestamos atención a la velocidad a la que el encapotado cielo se oscurecía. Al principio nuestras ilusionadas previsiones daban para subir con luz. Muy justito, creíamos que se nos haría de noche saliendo de la pedrera y accediendo a la arista que une el Peñotillo con la cumbre. Con paso eficiente subíamos haciendo mínimos descansos salvo en los giros de cabeza para mirar el paisaje, o para hacer tiempo y respirar, o para esperarnos o animarnos con comentarios sobre las vistas o rememorando algunas de las ya clásicas frases del Trasgu.
- ¿Qué prefieres, subir o bajar?
- Y los músculos, ¿los de subir no son los mismos que los de bajar?.
- ¿Donde está la cima?, ¿estará arriba?
De repente volvemos a la realidad. En una parada de resuello vemos como se encienden las primeras luces de los pueblos, y que todavía estábamos a 15 min de la pedrera.
Para mí era fundamental hacer este paso todavía con luz. Todavía me agobiaba con el recuerdo cultivado tontamente unos pocos meses atrás, en invierno. En esa misma zona un día de niebla cerrada y ventisca, me había desviado a penas unos 20 metros en la subida para enrisqué en el espolón derecho. Aun siendo un pico bien conocido y que había pateado un montón de veces no sabía si estaba en zona de escalada, en el hombro del Peñotillo o donde realmente estaba. No sabía si tirar a la derecha o a la izquierda. No sabía si llamar por teléfono y pasar a ser “un experto montañero” aireado en el telediario o tirar a ver si salía. Tiré pa’rriba para alcanzar la cumbre con nerviosas trepadas, alguna un poco expuesta, y me di cuenta y aprendí lo importante que es la visibilidad en ese entorno. Joder!!, que me lo conocía y que me desvié menos de 20m-30m. Luego en el descenso también lo pasé muy mal, pero ya no había peligro de bajar “to-pa’bajo”, y estaba un poco más confiado, por lo que el trauma lo tenía sólo de la subida.

Xferaa subiendo por los Almorchones

La Barranca desde los Almorchones

Y en estas estamos, sopesando nuestra progresión cada 50 m de desnivel. Mirándonos, escrutándonos las caras. Una breve conversación y decidimos probar las luces y subir mientras se pueda. Iban bien. Alumbraban con fuerza, otra señal de que ya era tarde. Casi sin decir nada decidimos tirar. Y ahí estamos, mirando hacia abajo entre jadeos.
- Menudas vistas.
- Fabulosas!.
- No quiero que eches de menos al Trasgu. ¿Qué prefieres, subir de noche o de día?
- No sé. De noche. O me da igual. ¿y tú?
- También. Los músculos de subir no son los mismos que los de bajar.
- El otro día estuvimos por aquí, pero no subimos por aquí.
- No. Subisteis por la Tubería ¿no?
- Si. A ver si encontramos el camino de bajada.
- No hay problema
- Estaba jodido. El otro día no estaba bien.
- Ya! Supongo
- ¿Lo encontraremos?
- Sí, claro.
- Si no, podemos bajar por la Bola. El problema luego es buscar
el coche. Podemos …
- Que no. Que no hay problema
- ¿Seguro?
- No.
- …
Ganamos de forma amena cada metro. No queremos parar ni a descansar. El camino se hace bien. La temperatura es buena, aunque ya está refrescando. El halógeno de mi frontal cumple con su función de ayudarme a localizar los hitos sobre las rocas. Todo funciona. X-feraa se interesa por los dolores de mi/mis lesión/es, que no van mal. Y súbitamente un escalofrío nos recorre el espinazo.
- Mira.
- ¿Qué es eso?
En silencio contemplamos una serie de luces fugaces que aparecen a unos 50m a nuestra derecha, en una zona que requiere escalada. Con los frontales barremos la zona y no vemos nada. Una sombra imprecisa quizás. Murmuramos, preguntándonos que ha sido eso. Cuchicheamos quietos como estatuas, y de pronto vuelven a surgir, ahora son más. Se mueven, se agitan. Enfoco el halógeno y veo que se hacen más intensas, más definidas. Se mueven. Y grito:
- Joder!!!, que son unas cabras más asustadas que nosotros. Uffff!!
- ¿unas cabras?. Como van de rápido ¿por esta zona hay lobos?
- Por la sierra Pobre, creo que se han visto.
- Por León si los hay, ¿por tu pueblo?
- Antes los había, creo que ahora vuelven.
- Que acojone.
- Sí, pero es raro que ataquen al hombre.
- Y menos a dos.
- Sí.
- Que susto.
- Sí. Mejor voy a ir barriendo con el haz de luz para evitar otro susto.
- … (silencio)
Por unos minutos me encerré en mi interior recordando historias de rebaños perseguidos, sitiados y diezmados, y de muertes en feroces y sanguinarios ataques. Pero, por encima de todo, me venía a la memoria una historia que de niño se contaba invierno sobre lobos del tamaño de un burro que vagaban entre la niebla por las calles del pueblo en busca comida, mientras los perros ladraban de terror a su paso. Siempre alguien los contemplaba entre los visillos, vislumbrando sus siluetas. Temiendo por quien transitaba entre aquellas tinieblas.
Así, con alegría, alcanzamos las paredes del Peñotillo, auténtico contrafuerte de La Maliciosa. No quería detenerme hasta llegar a la cueva refugio, un bonito sitio donde descansar, charlar y hacernos unas fotos mientras contemplamos las vistas desde este balcón natural.

Xferaa en la cueva-vivac

Xferaa y J. Messnertegui en el ref.vivac del Peñotillo <br />(La Maliciosa)

Con un poco de fatiga la conversación deriva rápidamente hacia lo que queda, que es el flanqueo a la derecha hasta ganar la parte baja de la pedrera por la que subiremos a la roma arista, que es casi una loma.
- Ahora iremos en horizontal hasta encontrar la subida por la pedrera.
Tenemos que buscar algo que marque la subida. Si nos pasamos nos metemos
en el espolón rocoso de la Y. Si nos quedamos cortos nos vamos hacia
el Peñotillo.
- ¿Cuánto falta?
- Poco, un “repechín”
- Qué bonito.
- Mucho.
- ¿Cómo vas?
- Jodido pero contento.
- Jeh, jeh!!. ¿Y qué prefieres, subir o bajar?
- ¿Y la cumbre? ¿estará por arriba?
- Supongo. Vamonosssssss!!!

Es difícil avanzar por ese terreno. Las luces engañan un poco, y damos algunos pasos erróneos que hay que deshacer. Tras localizar un hito de piedras, en la oscuridad y entre rocas comenzamos el tortuoso ascenso de un paso p’adelante, dos pasos pa’tras que supone la pedrera. Zeteamos con resignada terquedad, nos cuesta mantener el equilibrio incluso cuando nos esperamos el uno al otro, parados sobre un grupo de piedras.
- Mira
- Qué!, que?
- Apaga el frontal.
- ¿Si?
Aun sin luna, el contorno de los picos se ve con el resplandor reinante en el cielo, supongo que gracias a que alguna nube hace de reflectante de la luz de los pueblos. Vamos, contaminación lumínica.
Continuamos hasta que de pronto vemos la arista a 15m. En la oscuridad nos gritamos de alegría la buena nueva. Alegría que se ve reforzada por la vista de la Bola del Mundo, que mágica parece “ahí al lado”. Con respeto apagamos las lámparas para ver mejor.
Hace un poco de viento. Se nota el cambio de tiempo que anunciaban las tormentas y nubes de los valles (y también los hombres del tiempo, que nosotros ni hablamos con Manitú y ni con los demás dioses de las lluvias).
Caminamos con cuidado entre rocas subiendo en busca de la cima. Cima que alcanzamos en unos minutos con emoción:
- Einnnnn!!!!, campeón. Foto.
- Voy. Hace frío.
- Vístete rápido. Ponte una seca y la húmeda encima.
- Yo, es que siempre llevo tres camisetas. Una para subir, otra …
- Si lo haces, la otra seca y estarás más caliente.
- ¿Seca?
- Si, lo probé un invierno en Gredos. Ven, pon los pies. Que se vea la placa
de vértice. – hablando a gritos por el frío- fotooooooo
- Y la del manco.
- Eso, la del manco - autofoto con la mano estirada sujetando la cámara-.
- Foto!!!
- Una última, y a buscar cobijo.
- No sé si sería mejor bajar para cenar protegidos.
- Como veas.
- Miramos un poco entre las rocas y decidimos. ¿OK?
- Siiiiii
Asomándonos a la salida del Tubo de Todos todavía soplaba más, y había a ratos un sonido raro que no quise comentar. Dando la vuelta encontramos una zona protegida.
- Baja. Mira a ver si te gusta.
- Genial.
- Vamos a por la cosas.
- Vamos.
- ¿Hace un choricito escaldado?
- Hace
En unos minutos teníamos extendidas todas las cosas y el F1 calentaba una cazuela de agua para una sopa y para los chorizos. Mientras nos quemábamos la legua con la sopa los chorizos llegaron a su punto y luego al pan en el que eran apretados con cariño. A nuestros pies, unas maravillosas vistas de los pueblos iluminados como en una maqueta. No resistimos la tentación de unir con carreteras distintas luces, de ver que era aquello o eso, y lo otro. Allí teníamos Navacerrada y Moralzarzal, Cercedilla con Los Molinos y Guadarrama. La línea de luces que es la A6. Al otro lado Mataelpino, la cárcel de Soto, etc. Todo un regalo

Vertice geodésico de La Maliciosa

Chorizos de Molinaseca (El Bierzo, León), la cena

Vista nocturna desde La Maliciosa (dir. S.)

Con un sobresalto al unísono giramos la cabeza hacia las rocas que hay al Oeste. Un sutil resplandor nos hace preguntarnos uno al otro:
- ¿Qué fue eso?
- Lo viste
- Si, ¿que fue?
- No sé. ¿un flash?
- ¿??
- Jodeeeeeeee!!!
- ….
Y tras unos instantes de silencio al ritmo de sístole-diástole:
- Que bonito es esto
- Si
- Si.
Sin poder engullir nada más, recogemos los bártulos. Subimos los pocos metros que nos separan del vértice de la cumbre, que tocamos una vez más, y comenzamos el descenso ayudados por la Bola del Mundo.
A los 50m localizamos el primero de una serie de hitos que nos bajarán al col. del Piornal, para desde allí tomar la senda que nos llevará al bosque por la fuente de la Campanilla.
- Apaga un momento.
- …
- Mira se ve un poco el camino a lo lejos. Hay que ir más al W y luego al N
- Si. Qué suerte. Como mola esto de ir por la noche
- No te asustes, ahí hay algo.
- ¿?
- Ahí. ¿Lo ves?.
- ¿Que es?
Con una barrida de frontal confirmamos que se trata de una vaca, y luego dos, y más abajo hasta 5, nos esperan y miran como si esperasen que hiciésemos algo genial que no se quieran perder.
- ¿Son toros?
- No. No parece.
- ¿No se han visto? ¿Están sueltos?
- Puede….
- Vamossssss, que me estoy poniendo nervioso.
A ratos apagamos las luces para que el camino de subida a la Bola nos oriente. Barriendo con el halógeno del frontal vamos encontrando hitos y alguna marca. Con cuidado de no tropezar ganamos la zona de piornos que da el nombre al collado, donde buscamos algo que nos indique el comienzo de la senda de descenso. Una marca de pintura amarilla y blanca hace que disfrutemos de un momento de relax (supongo que el lector espera de nosotros también algo de autocomplacencia, pero no en esta ocasión).

Emprendemos el descenso con paso pingüino. El sendero pierde altura a buen ritmo buscando el arroyo del Cancho Negro que fluye más abajo. Piedras, grava y piornal hacen que no bajemos la guardia ni al asustarnos por una vaca que nos mira desde el fondo del barranco. Un caminar agarrotado que notamos en rodillas y tobillos, y se hace eterno. Casi ni nos atacamos uno al otro preguntándonos sobre si preferimos subir o bajar. No sabemos qué decir. Rocas, resbalones, escalones, tropezones y demás ones pasan a ser los únicos sonidos que se escuchan, salvo el ulular de algún bicho (se entiende alado, a fecha de publicar estas palabras no hay constancia de que X-feraa lo haga, ni siquiera por las noches).
Por fin el frontal empieza a sacar árboles de la oscuridad. Al principio dispersos y bajos, luego más frecuentes. En unos metros estamos en el bosque, que anuncia cambio de tercio, toca el de orientación entre pinos.
Sin esfuerzo identificamos la senda que nos ha de llevar a la Fuente de la Campanilla, a la que casi solo nos falta saludar al divisarla casi escondida.
• Qué rica.
• Es una gozada esta agua. Estoy por llevarme el camel lleno.
• A mí la que más me gusta es la de Cotos, con agua de deshielo.
• Riquísima.
• ¿Sabes? Esto me recuerda a esos de la película esa, de la bruja.
• ¿Qué bruja?
• Una que rodaron unos chicos que se metían en un bosque… y una bruja
• ¿Qué?, ¿qué me dices? –ya con cierta ansiedad- Vamos, venga.
• Qué bonito es esto.
• Mucho.

Fuente de la Campanilla

Entre batallitas y anécdotas nos levantamos mientras la conversación cobra vida. Caminamos entre pinos. Las sombras se proyectan largas. Entre los troncos y el monte bajo a penas se tiene visibilidad a los lados de la senda. Hacemos los dos cruces de la pista buscamos la angosta y solitaria senda que discurre por la izq. orog. del río Navacerrada. Y sin quererlo la conversación vuelve a tomar vida:
• Y de que era eso de la bruja.
• Pues nada. Una película de unos chicos. Era un trabajo de clase y ganaron
un premio. Daba un poco de miedo.
• ¿De qué iba? ¿De miedo?
• Si, unos chicos que se meten en un bosque a filmar un video. Y siempre salen
en el mismo sitio
• ¿La fuente de la Campanilla?
• …
• ¿Que si nos pasase a nosotros seria salir una y otra vez en la fuente?.
• Salían al mismo sitio una y otra vez, y se cansaban. Y aparecía una bruja
y se los llevaba.
• Bueno, nosotros solo tenemos que estar atentos a una bifurcación a la izq.
• Bueno siempre tenemos el rio a nuestra derecha.
• Si
• Dios!!!!, ¿qué es eso?
Una figura parda a nuestra izq. nos observa. Sus ojos delatan su posición como si dos frontales nos apuntaran mientras solo aparece su contorno cuando miramos en otra dirección (ya sabéis, lo de los conos y bastones de los ojos). Pestañea, y gira la cabeza. Algo a su alrededor se mueve. Su tamaño es el de un mastín leones.
• Joder, ahora sí que vamos a desaparecer. Los jodidos lobos.
• ¿Que es?. Que se mueve. –con voz agarrada al estómago-
Justo cuando el halógeno le alcanza identificamos al asustado macho cabrío, que con una cornamenta descomunal corre escapándose de nosotros. Supongo que también para él fue un susto.
• Joder. Me tienes atacado.
• …
• Ya veo lobos y de todo.
• Que susto. ¿Crees que atacarían?
• …. Joder, que ya vale.
Desde este punto y entre amenas batallitas, ya sólo nos queda cruzar el arroyo de la Maliciosa y tirar ladera abajo buscando el paso del estanque y buscando el coche en la oscuridad.
Siendo esta una zona que tenemos bien pisada, esta vez fue especial, no solo gracias a la falta de luz, sino por lo divertido de las vivencias, aunque todavía nos preguntamos es qué fue ese fogonazo que sentimos cuando estábamos en la cima.

Maliciosa 3D, en celeste la actividad

Maliciosa 3D, en celeste la actividad

2 comentarios:

  1. Muy interesante, la vista nocturna desde la cumbre debio ser lo mas!!!
    Saludos

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  2. Además de la presencia de ese amigo invisible que sentíamos siempre a nuestra espalda.
    Jeh, jeh!!!

    Pero sí. Unas vistas por las que sin más merece la pena subir (a falta de vivac)

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